Por: Andrés Mejía
Vanguardia Liberal, noviembre 1 de 2014
Se atribuye a Darío Echandía la frase según la cual nada en Colombia otorga tanto prestigio como una larga impunidad. El deseo de estar por encima de la ley no es una pasión exclusiva de los criminales en Colombia. Ahí yace una de las fracturas culturales más graves que tenemos y que se seguirá abriendo, en la medida en que los colombianos comunes y corrientes crean que salirse con la suya y escapar a la ley es un acto digno de celebrar.
Cuando yo estaba en el bachillerato, el coordinador académico de nuestro colegio envió a los padres de familia una circular, en la que daba algunas recomendaciones para los casos en los que algún estudiante tuviera problemas con autoridades. Empezaba con una recomendación: si su hijo tiene problemas con las autoridades por actos de los que realmente sea responsable, no lo defienda: ayúdelo a entender que cometió un error y que ello tiene consecuencias.
Pues bien: este consejo, totalmente sensato y conducente a la formación de una responsabilidad individual, provocó una crisis: masivamente se quejaron los padres de familia y arremetieron contra Edgar, nuestro coordinador, porque consideraban afrentosa esa recomendación.
De acuerdo con la perspectiva de los padres, si un muchacho manejaba borracho, si agredía a alguien, si irresponsablemente causaba un daño, lo que había que hacer era librarlo de las consecuencias. Y sobre todo, en odiosa actitud elitista, no permitir que un simple agentico de Policía se metiera con él. Todos esos padres dieron a sus hijos una lección de impunidad, que probablemente algunos de ellos transmitan también a sus hijos.
Lección como la que esta semana dio a todo el país el presidente de la Corte Suprema, quien invocando su poder y su autoridad, y valiéndose de recursos policiales que el Estado le brinda a su corporación (no a él), quiso librar a su hijo de un problema policial en el que se metió.
El problema era menor y algo arcaico a mi modo de ver (“actos obscenos”). Pero la actitud del padre no fue la de una razonable consideración de los hechos: fue la de una defensa ciega y abusiva de su hijo, con el ingrediente también elitista de que ciertas personas ni sus familiares, por sus supuestamente altas calidades, jamás podrían ser molestados por un simple policía. Y estos son nuestros altos magistrados.
Es evidente la cultura del atajo en Colombia. Muchos políticos y magistrados además de cometer actos de corrupción y otras fechorías, tampoco enseñan a sus hijos a ser personas honestas y decentes. El magistrado de marras debió permitir que su hijo recibiera una sanción. Este es nuestro país.
ResponderEliminarLa honradez es un valor que brilla por su ausencia y esto es crítico porque por ejemplo hoy los estudiantes hacen trampa en los exámenes para sacar una buena nota pero no aprenden nada, solo a engañarse a si mismos. Además sí no hay leyes en una casa cada quien hace lo que quiera, por ello es vital el ejemplo de los padres en este proceso de la niñez hacía la adolescencia ya que ese es el testimonio vivo para hacer e imitar a nuestros progenitores aprendiendo valores y normas que ellos nos enseñen, pero si la persona quiere pasar por encima de los demás de nada le ha servido estar en una buena universidad porque si no se corrige ni a él ni a sus hijos ¿cómo piensa beneficiar a un país? si abusa de su poder para no cumplir la ley.
ResponderEliminarEste es uno de los tantos casos que vemos en Colombia, de cómo el poder político prima ante la sinceridad y la transparencia del ser humano; lo cual conlleva a que la actitud del joven respaldado del poder de su padre haga que tome un rol de superioridad y por decirlo así se crea "intocable". por casos como este es que en nuestro país muchas veces vivimos caso de impunidad y tratos privilegiados a las personas que tienen un estatus y un poder más alto en la sociedad generando así desigualdad jurídica
ResponderEliminarComo muchos sabemos el poder político tiene muchas ventajas, como lo acabamos de ver en este articulo.Y el ser padre siempre va a tratar de salvar a su hijo de cualquier acto donde sea acusado.Aunque algunos estarán de acuerdo con que se aplique dicha sanción por haber cometido este delito y que se haga cargo de sus actos. Es allí donde se refleja la honradez de las personas.
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