jueves, 13 de noviembre de 2014

HACIA UNA MOVILIDAD SOSTENIBLE



Es un vídeo producido y editado como ejercicio académico, por las docentes de la Universidad del Meta, Íngrid Zarabanda y Lydney Moreno, Comunicadoras Sociales y Periodistas.

Este reportaje denominado 'Hacia una movilidad sostenible', busca evidenciar cómo influye la contaminación vehicular en el cambio climático.De igual manera, este trabajo será presentado al Segundo Concurso de Periodismo Ambiental de Cormacarena.

Un producto que se realiza con mucho esfuerzo y cariño para los estudiantes.








lunes, 10 de noviembre de 2014

EUTANASIA EN COLOMBIA


CUANDO LA LITERATURA ES FARÁNDULA

 El Colombiano, 9 de noviembre de 2014
Por: Alberto Salcedo Ramos

 En cierta ocasión un periodista que no había leído a Jorge Luis Borges lo abordó, micrófono en mano, a la salida de un aeropuerto. Las dos primeras preguntas que hizo dejaron en evidencia su colosal ignorancia. Entonces Borges, perverso como siempre, le dijo: "tranquilo, amigo, que yo tampoco leo mis libros".
 Cuando Mario Vargas Llosa obtuvo el premio Nobel de Literatura, muchos informadores volvieron a cotorrear abundantemente –cómo no– sobre el puñetazo que, a principios de 1976, el peruano le dio en el ojo a Gabriel García Márquez. También dijeron que era apuesto, que se casó primero con una tía y después con una prima.
 Un reportero se preguntó olímpicamente por cuál de todos los libros de Vargas Llosa sería que los académicos suecos decidieron concederle el galardón. En medio de esta sucesión de frivolidades, las referencias a la obra del escritor laureado fueron mínimas e insulsas.
 Hace casi veinte años, María Kodama, la viuda de Jorge Luis Borges, fue ultrajada en Colombia por un entrevistador cuya fobia a la lectura es legendaria. De repente, casi en los albores del diálogo, el tipo planteó un asunto grotesco: ¿qué tal era Borges en la cama?
 Aquel periodista pretendía encontrar en los coitos del escritor argentino las claves que jamás había buscado en sus libros. Lo hacía por burdo, claro, pero también porque era consciente de que las cobijas que le sirvieron a Borges para resguardar sus relaciones íntimas podían servirle a él para esconder su incultura.
 Germán Espinosa me confesó que para él lo más indignante era encontrarse con periodistas que le preguntaban en qué consistía su último libro. ¿No se supone que deberían haberlo leído en vez de preguntar eso? Los escritores –agregó Espinosa– escriben los libros para no tener que andar por ahí explicando en qué consisten.
 Héctor Rojas Herazo, por su parte, me contó que una vez fue perseguido en una universidad por un reportero que juraba admirarlo muchísimo y que le solicitaba una entrevista. Cuando Rojas accedió, oyó la pregunta que menos esperaba:
 Cómo es que se llama usted, maestro?
 Al extenderse en el chismecito fácil, los reporteros perezosos esquivan la lectura. ¿Para qué perder el tiempo siguiéndoles el rastro a los personajes de las novelas, si es posible salir del paso recitando los títulos de la bibliografía o comentando una minucia sobre la vida del autor?
 La aversión por las letras no es exclusiva de los gacetilleros encargados de escribir sobre frivolidades: está presente, incluso, en muchos de quienes manejan el tema cultural. Algunos de ellos parecieran tomarse a pecho lo que el escritor George Creoly aconsejaba en broma. Y así, cuando tienen que comentar un libro no lo leen, "para no llenarse de prejuicios".
 En estos países nuestros – lo dijo Vargas Llosa en Cartas a un joven novelista – "la literatura no significa gran cosa y sobrevive en los márgenes de la vida social". Eso, que suena como una calamidad, en realidad es una bendición. El problema no es tanto que la literatura sea excluida de la agenda informativa, sino que sea abordada como si fuera un aspecto más de la farándula.

martes, 4 de noviembre de 2014

FARC RECONOCEN HABER AFECTADO A LA POBLACIÓN CIVIL


PERIODISMO Y ESTIGMATIZACIÓN


El sábado 25 de octubre se llevó a cabo en Bogotá un simposio titulado “El estigma en salud mental y los medios de comunicación”, auspiciado por The Carter Center, la Universidad de la Sabana y la Asociación Colombiana de Bipolares.



Por: Piedad Bonnet.
El Espectador, noviembre 1 de 2014 


Médicos y expertos en el tema disertaron sobre la necesidad de “garantizar el respeto por la dignidad de las personas con trastornos mentales” y de desterrar del lenguaje del periodismo generalizaciones que nacen de la ignorancia y que se traducen en calificativos y expresiones que inducen a la discriminación.
 El lunes 27 el diario El Tiempo, que precisamente el sábado había publicado un editorial sobre la salud mental en Colombia, sacó un recuadro que dice: “Detrás de los asesinos solitarios suele haber individuos con graves trastornos mentales como esquizofrenia y bipolaridad”. Unos días antes, en el mismo diario se reproducía una opinión según la cual entre los jóvenes yihadistas europeos predominan “los depresivos”. Dos muestras perfectas de lo que en el simposio se pidió desterrar: generalizaciones sin sustentación que contribuyen a reafirmar el estigma social que persigue a las personas que padecen algún mal mental.
 Es posible que entre los jóvenes yihadistas haya alguno con síntomas de depresión. Pero eso no quiere decir que los 350 millones de personas que la sufren sean propensos a las acciones violentas ni a optar por el camino de lo subversivo. Y se puede dar que una persona en un estado maníaco agudo, presa de delirio, por ejemplo, cometa homicidio. Pero el porcentaje de estas acciones es tan bajo que precisamente por eso se constituyen en noticia. Me atrevería a pensar que la enorme mayoría de los autores de masacres infames, de feminicidas por celos, de delincuentes que matan por robar un celular, son “normales”. Una palabra siempre sospechosa. De otro modo, nuestros hospitales mentales estarían llenos. La violencia de la persona con bipolaridad o esquizofrenia, cuando la hay, suele ser más bien contra sí mismo, pues deseando que su dolor cese recurre al suicidio. Y hay cientos de personas con esos males que llevan vidas pacíficas, incluso funcionales, que les permiten sostenerse en su trabajo y tener relaciones de pareja. Si examinamos las biografías de los numerosos artistas afectados por la enfermedad mental —Van Gogh, Sylvia Plath, Virginia Woolf, Alejandra Pizarnik, Robert Walser—, podemos ver que en medio de su profunda desdicha fueron altamente creativos, llegando algunos a tener matrimonios, hijos, poderosas amistades. Un caso reciente es el de Catherine Zeta-Jones, quien confesó abiertamente que padece bipolaridad y, sin embargo, después de sus crisis regresa a la actuación.
 Algunos periodistas lo que hacen es reproducir los prejuicios del común de la gente. Recordemos que un enfermo es mucho más que la enfermedad, y que la estigmatización lo induce al ocultamiento, afecta su autoestima y reduce sus posibilidades vitales. Yo sueño que así como se está ganando la batalla contra la estigmatización de los homosexuales, después de años de represión y descrédito, haya un día en que las personas con enfermedad mental puedan confesarla, y en vez de rechazo reciban respeto y oportunidades de vida.

LECCIONES DE IMPUNIDAD

Por:  Andrés Mejía 
Vanguardia Liberal,  noviembre 1 de 2014
Se atribuye a Darío Echandía la frase según la cual nada en Colombia otorga tanto prestigio como una larga impunidad. El deseo de estar por encima de la ley no es una pasión exclusiva de los criminales en Colombia. Ahí yace una de las fracturas culturales más graves que tenemos y que se seguirá abriendo, en la medida en que los colombianos comunes y corrientes crean que salirse con la suya y escapar a la ley es un acto digno de celebrar.
Cuando yo estaba en el bachillerato, el coordinador académico de nuestro colegio envió a los padres de familia una circular, en la que daba algunas recomendaciones para los casos en los que algún estudiante tuviera problemas con autoridades. Empezaba con una recomendación: si su hijo tiene problemas con las autoridades por actos de los que realmente sea responsable, no lo defienda: ayúdelo a entender que cometió un error y que ello tiene consecuencias.
Pues bien: este consejo, totalmente sensato y conducente a la formación de una responsabilidad individual, provocó una crisis: masivamente se quejaron los padres de familia y arremetieron contra Edgar, nuestro coordinador, porque consideraban afrentosa esa recomendación.
De acuerdo con la perspectiva de los padres, si un muchacho manejaba borracho, si agredía a alguien, si irresponsablemente causaba un daño, lo que había que hacer era librarlo de las consecuencias. Y sobre todo, en odiosa actitud elitista, no permitir que un simple agentico de Policía se metiera con él. Todos esos padres dieron a sus hijos una lección de impunidad, que probablemente algunos de ellos transmitan también a sus hijos.
 Lección como la que esta semana dio a todo el país el presidente de la Corte Suprema, quien invocando su poder y su autoridad, y valiéndose de recursos policiales que el Estado le brinda a su corporación (no a él), quiso librar a su hijo de un problema policial en el que se metió.
 El problema era menor y algo arcaico a mi modo de ver (“actos obscenos”). Pero la actitud del padre no fue la de una razonable consideración de los hechos: fue la de una defensa ciega y abusiva de su hijo, con el ingrediente también elitista de que ciertas personas ni sus familiares, por sus supuestamente altas calidades, jamás podrían ser molestados por un simple policía. Y estos son nuestros altos magistrados.