Por: Íngrid Zarabanda
La censura, según el Diccionario de la lengua española (DRAE) de la Real Academia Española, es "la intervención que practica el censor en el contenido o en la forma de una obra, atendiendo a razones ideológicas, morales o políticas". La línea editorial es el espíritu que le quieren dar sus dueños a un medio de comunicación basándose en unos principios o dogmas puntuales.
Todo medio de comunicación tiene una línea editorial que con el tiempo resulta clara para su público objetivo; 'El Colombiano' es de clara tendencia conservadora, 'El Espectador' muestra inclinaciones liberales y 'El Tiempo' no disimula su perfil gobiernista esté quien esté presidiendo la Casa de Nariño. En esto no hay delito ni constituye una afrenta para la libertad de prensa exhibir una corriente ideológica definida.
En los últimos días hemos visto como Pilar Calderón renunció a la 'Revista Diners' porque la Junta Directiva quiso dictar el editorial, responsabilidad que solo a ella le competía. También Mauricio Arroyave se vio obligado a retirarse del 'Canal Capital' al negarse a aceptar las indicaciones de su director Hollman Morris en cuanto al contenido de su programa.
Ambos medios alegan defender su línea editorial, a lo cual tienen derecho; es en atención a ella que el director decide que personal va a contratar tratando de mantener el equilibrio entre el perfil que señalan los propietarios y la objetividad que es la base fundamental de su credibilidad.
Pero la labor de la gerencia y de la junta directiva debe llegar hasta allí. Inmiscuirse en los reportajes, columnas y entrevistas de sus empleados debería estar vetado para las directivas. Si no es de su agrado la labor del personal o tienen quejas puntuales sobre la idoneidad del mismo están en todo su derecho de prescindir del empleado, pero no pueden alterar su labor; eso sería engañar al público ya que las voces que creen independientes no serían tales.
Estas irregularidades afectan casi que exclusivamente a nuestra profesión y empañan la credibilidad de nuestros medios. No imaginamos al administrador de un hospital entrando a la sala de operaciones para indicarle al cirujano como debe maniobrar el bisturí; tampoco vemos al dueño de la Ferrari bajando del monoplaza en un circuito a Fernando Alonso para tomar él su lugar.
Es deber de los comunicadores hacer respetar nuestro oficio, no cediendo ante las presiones que buscan silenciarnos; es de buen juicio escuchar consejos sobre nuestra labor claro está, pero no podemos callar nuestras voces ni dejar que otros las manipulen. Al fin de cuentas nuestros verdaderos jefes, a quienes les debemos total respeto y fidelidad, son los oyentes y lectores que creen en nosotros y no, quienes firman mensualmente nuestro cheque.
Saludos Cordiales
ResponderEliminarEs de gran importancia decir la verdad, a nadie le gusta que le mientan y mas en los medios en donde los oyentes tendemos a creer lo que se dice por que de una u otra manera genera confianza por que estas personas han investigado y han escudriñado y han profundizado sobre el tema.
En esta situación, hay que recuperar el sentido común, el de la gente, el de los ciudadanos, el del bien público, el de la democracia. Los medios de comunicación han optado políticamente hacia la derecha para defender al mercado; la crisis de la veracidad del periodista, La libertad de expresión y la información. “La mejor ley es la no ley”, “la mejor política de comunicación es la que no existe”, afirman los dueños de los medios
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